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Gris topo

-Mi realidad se ha vuelto un poco gris. Pero no gris marengo más bien se ha teñido de gris topo. Me imagino que te estás preguntando qué color es ese. Es un color indefinido con notas de gris, marrón, beige y rosa. A veces tiene unos destellos de verde. Depende de mi estado de ánimo los destellos cambian.


Me siento como en esa peli de Bill Murray, esa en la que vive el mismo día. Él hace de periodista y va a un pueblo de la América profunda a grabar un reportaje sobre una marmota que está durmiendo plácidamente durante todo el invierno y cuando se despierta indica cuando empezará el buen tiempo.


Yo necesito saber dónde puedo encontrar a ese bicho peludo y que me diga cuándo acaba esto. No importa si es una marmota, un pangolin o cualquier ser vivo. Lo único que necesito es una fecha.... Bueno también la hora. Así lo apunto en el calendario del portátil y lo sincronizo en todos mis dispositivos.


“Cuando todo esto pase voy a ir a.... Voy hacer esto... Creo que voy a cambiar de trabajo...” Mi vida esta llena de incertidumbre y lo que necesito son certezas. -


Cada noche tengo la misma pesadilla. Una mañana me despierto y vuelvo a tener 12 años. Estoy en clase de lengua. Ese día tenemos examen de gramática y tengo que completar unas oraciones. Sé diferenciar el sujeto y el predicado. Pero soy incapaz de rellenar el espacio que ha dejado el profe para que escriba los complementos verbales. Mi examen está vacío. No hay nada. Se acaba la hora y me van a poner un cero. Pero entonces suena la alarma.


Tengo demasiados huecos en mi existencia y no sé muy bien como rellenar esos espacios. Mi existencia está vacía, no hay nada. Bueno si lo hay. Un pequeño trauma infantil que me impide realizar análisis sintácticos. -


Se escucha una carraspeo y dejo de divagar. Se produce un incómodo silencio. El hombre que está al otro lado de la pantalla me mira estupefacto y empieza a hablar: “Lo comprendo. La verdad es que están siendo unos meses muy complicados. Pero no entiendo muy bien por qué me cuentas todo esto. En el correo que me enviaste ayer me pedías que te aclarara algunas dudas que tenías sobre el presupuesto de la reforma de la cocina”

Mi cara pasa de blanco pálido a rojo infierno en segundos. Empiezo a balbucear: - Disculpa, disculpa, lo siento mucho... Te he confundido con mi psicólogo. He intercambiado los números de teléfono. En ningún momento quería hablarte de mis dudas existenciales.... Si lo que quería era saber si....” -Le pregunté dos tonterías y cuando puede corté la videoconferencia.


El ordenador empezó a parpadear. Tenía tres mensajes de Pablo, mi psicólogo. Me preguntaba si estaba lista para empezar. Ahora que me había abierto en canal con el constructor de la cocina lo de contarle mis dramas al psicólogo iba a ser mucho más fácil.




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