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  • Foto del escritorNoelia

La maldición del 11 de febrero



- No quiero ir al colegio, los demás niños se ríen de mí..

- Lo hacen porque son estúpidos:

El búho es un animal sagrado, acompaña a nuestros ancestros hasta el más allá y nos los manda de vuelta en forma de luz. Aunque no todos pueden apreciar su belleza, solo los más puros de corazón.

- ¡No quiero ser un maldito búho!

- ¿Y qué quieres ser?

- Un león

- Cualquiera puede ser un león pero no todos podemos ser búhos, no lo olvides.

- ¡Por favor, mamá!

- No quiero escucharte más...

- ¡Te odio!


Al pasar su mano sobre su mejilla derecha todavía puede sentir el calor de aquella bofetada, pero lo que en realidad le duele es el peso de esas dos últimas palabras.


La niebla podía divisarse desde la distancia, la noche había sido gélida y la escarcha se acumulaba sobre las ramas de los árboles, quebrando las. Si hubiera permanecido atenta se habría dado cuenta de que el pañuelo estaba enganchado bajo la pata del búho. Pero no lo hizo. Al tirar de él, El Tótem sagrado cayó al suelo y se rompió, liberando aquella horrible maldición. Bajó corriendo las escaleras y siguió corriendo sin detenerse hasta llegar al colegio. Sin ser consciente, todavía, de lo que estaba apunto de ocurrir.


El aire se cubrió de hollín, partículas en suspensión de los restos de un incendio. Humo y cenizas era todo cuanto le quedaba. Se dio la vuelta y contempló el erial en el que se había convertido su mundo. Buscó entre las ruinas de la que había sido su casa hasta que encontró los dos pedazos del Tótem. Pensó que si volvía a juntar los podría repararlo, pero no funcionó.

Recogió los trozos y se los guardó en la mochila con la esperanza de que encontraría la forma de solucionarlo. Ando más allá de las colinas y los valles perdidos en los mapas y cuando ya no le quedaron fuerzas, continúo caminando.


-Solo un poco más, se repetía mentalmente.


Al final, las piernas le temblaron y cayó al suelo. Allí tendida en medio de la más temida oscuridad, tuvo una de sus mejores noches de descanso. Resulta curioso el lugar en el que somos capaces de hallar la calma, incluso en nuestros peores momentos.

Tuvo la misma sensación que al abrir los ojos después de un mal sueño. Solo que esta vez, fue la realidad la que se convirtió en pesadilla. Cada 11 de febrero toda persona que amase le sería arrebatada, ese sería su castigo.

- Debe haber una forma de romper la maldición, pensó.

Y entonces, recordó las palabras de su madre la mañana anterior: todos podemos ser un león, todos podemos ser un L-E-Ó-N.

-¡Eso es! ¡Tengo que encontrar uno! ¿Pero dónde? y lo más importante, ¿Cómo voy a sobrevivir a su encuentro?

Quizá demasiadas preguntas sin resolver para una niña de diez años condenada a vagar en soledad con el único instinto de supervivencia que la bondad de un búho.


CONTINUARÁ...







































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